"Estamos así porque el club de los poderosos del orbe inclinó tanto la cancha, cargó tanto los dados, tongueó tanto la pelea —todo el mundo lo sabe, diría Leonard Cohen— que jodió el sistema de un modo que quizás sea irreversible. De este wing, del lado del 99 %, lo pusimos todo. Sabíamos que nos estaban cagando, pero con lo poco que volvía nos las arreglábamos para ser felices o pasarla razonablemente bien. La joda es que seguimos poniendo todo, pero del otro lado ya no vuelve casi nada.... Y en ese momento irrumpió el coronavirus... y dejó en evidencia que nos habían saqueado, que ya casi no contábamos con recursos en nuestro favor, que estábamos en pelotas ante la peste."
Marcelo Figueras. El Cohete a la Luna. 29 de marzo de 2020.
Edwin Chadwick, sanitarista británico, publicó un informe en 1842 sobre la condición sanitaria de la población trabajadora y los medios para mejorarla denominado Report on the Sanitary Condition of the Labouring Population and on the Means of its Improvement (1). Chadwick declaró que las enfermedades procedían de las malas condiciones higiénicas, productoras de miasmas (olores nauseosos que producían las ciudades y que enfermaban a la gente), y que los mejores hábitos sanitarios, implementados en algunas ciudades europeas desde el siglo XVIII, habían resultado en una efectiva prevención de enfermedades.
La política sanitarista de Chadwick era necesaria para la nueva sociedad industrial. No era una política altruista pura sino que se inspiraba en los conceptos de Jeremy Bentham (1748-1832): lo bueno es lo útil, y así se explicaba que las nuevas industrias necesitan a la gente de pie por su propia cuenta y que el gobierno gastaba demasiado dinero en el alivio de los pobres siendo ese dinero más útil si ayudase a la nueva economía . Para lograr gente saludable para las industrias y que los gobiernos no gastasen en salud se proponían medidas como eliminación de la basura, construcción de conducciones separadas de agua sucia y limpia y alcantarillado, ayuda a la infancia, limpieza de los espacios públicos y mejoramientos de las viviendas. Era el principio de la farmacoeconomia y de la economía de la salud en términos benthamianos, porque estas medidas implicaban un gasto de dinero pero un ahorro en el largo plazo.
"La pobreza y la fragilidad exacerban los brotes de enfermedades infecciosas y ayudan a crear las condiciones para las pandemias", afirmó Axel van Trotsenburg, director ejecutivo interino del Banco Mundial y miembro del panel, según recoge la agencia Reuters (2).
El Banco Mundial estimó hace apenas un año que una pandemia de gripe mundial de escala y virulencia parecidas a la que tuvo lugar en 1918 (más de 50 millones de muertos), con la cual se podría comparar la pandemia de Covid-19, supondría un costo de U$S 3 billones (millones de millones) para la economía moderna, o lo que es lo mismo, el 4,8% del producto interno bruto (PIB) global.
En Farmacoeconomia y en la Evaluación de Tecnologías Sanitarias hay una regla que dice: El presupuesto es finito. ¿Cuán finito es el presupuesto cuando asola una pandemia? ¿Hay lugar para otros presupuestos? ¿Cómo definimos el costo de oportunidad? ¿No será un mito que la plata se termina y en realidad todo pasa por una prioridad al asignar recursos?
Entonces, ante el saqueo que habla Figueras al inicio de este artículo, medimos los gastos que origina prepararse para la pandemia. Esos gastos serían mucho menores si tuviéramos las infraestructuras armadas para una calidad de vida digna. Si los sistemas de salud tendrían capacidades y calidad uniforme en cada región de acuerdo a su población. Si la prevención tendría presupuestos suficientes. Costaría menos si las villas estuvieran urbanizadas. Si se construyeran más líneas de subte para viajar siempre sentados. Si tuviésemos la misma proporción de camas en todas las regiones, en todo el país. Si la gente no viviese amontonada en el puerto. O en Rosario, o Córdoba. Si cada uno tuviese su parcela de tierra. Y su vivienda. Con cloacas y servicio de agua potable. Si la educación fuese prioritaria. Y se aprenda desde las realidades diarias hasta educación vial y cómo lavarse las manos. Con docentes bien pagos. Con edificios dignos.
Es un dato oficial que muchos argentinos sabemos de memoria, Argentina produce alimentos para abastecer a casi 440 millones de personas. Y su población, apenas pasa los 44 millones.
¿Cuánto cuesta asegurar una buena alimentación para todos? Y tener cuerpos sanos y fuertes para enfrentar mejor la adversidad que se avecina.
Si lo hubiésemos hecho antes, atravesar la pandemia costaría menos.
Pero nos saquearon y ahora es muy costoso para todos los estamentos de la sociedad enfrentar la peste. La pandemia demostró que el capital es ficticio si no es útil para el hombre. El centro del sistema. El que mueve las máquinas, el que genera al capital, aunque sea por home office.
Bibliografía
(1) Chadwick, Edwin. Report on the Sanitary Condition of Labouring Population and on the Means of its Improvement. London, 1842. Disponible en https://archive.org/details/reportonsanitary00chaduoft Consultado el 8 de abril de 2020.
(2) Disponible en https://www.bbc.com/mundo/noticias-49745206
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